CANTO
Jessye Norman
Obras de: Mozart, Mascagni, Verdi, Purcell, Gershwin y otros. Intérpretes: J. Norman, soprano. O. S. del Gran Teatro del Liceo. Dirección: R. Worby. Lugar: L´Auditori, Barcelona. Fecha: 30/10/08
PABLO MELÉNDEZ-HADDAD
El concierto inaugural de la XXV temporada de Ibercàmera contó con la mejor intérprete posible: la gran Jessye Norman, fiel a la programadora catalana desde 1992 y una de las estrellas de la decana de la programación musical privada de Barcelona. Cada encuentro de la genial y comunicativa intérprete con la afición barcelonesa se transforma en un evento extraordinario, y esta no fue la excepción, más todavía cuando ofreció un menú musical variadísimo -desde arias de ópera a «spirituals»-, siempre luchando contra la pésima acústica para las voces de l´Auditori.
La cantante, como es habitual en sus actuaciones, se llevó cada pieza interpretada a su propio terreno, aquel en el que moldea el texto a su entera voluntad poniéndolo delicadamente sobre la línea melódica y convirtiendo sus versiones en únicas. En esta ocasión mostró un estado vocal excepcional -sobre todo en el centro-, asumió sobreagudos y graves extremos con olfato teatral e inteligencia, evidentemente más cómoda como Dalila o Aida que como Santuzza: sí, la gran Jessye -como cariñosamente la llama su público-se decidió por arias de extrema dificultad, bordando «Mon coeur s´ouvre a ta voix».
El caso es que, una vez más, Jessye dejó claro su dominio escénico convirtiendo para muchos la velada en inolvidable, sobre todo gracias a una segunda parte -con amplificación electrónica- de fácil y rápida asimilación dedicada al «musical», a los «standars» de Gershwin y a los «spirituals» en los que la gran diva afroamericana estuvo en su salsa.
La Sinfónica liceísta -convocada especialmente para la fiesta- tuvo una noche irregular (que desafine tocando pasajes de «Aida» ¿no es el colmo?) guiada por una apresurada, poco prolija pero ductilísima Rachel Worby, que saltó del podio del conjunto liceísta al de la OBC al día siguiente y que siguió con devoción a Norman, sintiéndose en su elemento en el repertorio ligero; en contraste, Worby no pudo controlar lo suficiente las piezas operísticas instrumentales.