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Detenido el dueño del móvil con el que ETA avisó del ataque a la Universidad de Navarra

Agentes del Cuerpo Nacional de Policía detuvieron ayer en Bilbao a un individuo, cuya identidad responde a las iniciales J.M.M.G., que figura como titular del teléfono móvil utilizado por ETA para avisar, en llamada a la DYA de Vitoria, de la colocación, sin precisar el lugar, del coche bomba que estalló el jueves en la Universidad de Navarra. Por otra parte, los integrantes del «comando» desarticulado el pasado martes en Pamplona recibieron órdenes expresas de «Txeroki» de dar «fuerte, fuerte», pero sólo en Navarra

Nada más producirse la llamada, a la Ertzaintza no le resultó complicado identificar el número del teléfono móvil empleado por el etarra y el punto en el que fue adquirido, además de la correspondiente documentación utilizada en la compra. Se llegó así al vecino de Bilbao J.M.M.G., con cuyo DNI fue adquirido el móvil el pasado mes de mayo en una tienda del centro de la capital vizcaína. El individuo fue interrogado, el mismo jueves, por la propia Ertzaintza, así como por la Policía Nacional, en calidad de testigo.

El individuo ha ido incurriendo en diversas contradicciones y su actitud ha sido de nula colaboración. Así, por ejemplo, se ha sabido que pocos días después de adquirir el móvil denunció ante la Ertzaintza su pérdida. Sin embargo, en sus declaraciones niega ahora que el aparato sea suyo.

Lo pudo haber vendido

Ante esta serie de contradicciones, la Policía volvió ayer a su domicilio, pero ya con la correspondiente orden judicial para proceder a su arresto y determinar si tiene algún tipo de responsabilidad, directa o indirecta, en el atentado. Uno de los aspectos que tratan de esclarecer los investigadores es si el individuo vendió el aparato a terceras personas y, en ese caso, si sabía que los compradores eran miembros de ETA.

Fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por ABC recuerdan cómo en el año 2000 se detuvo a varios miembros de grupos de la «izquierda abertzale», como Gestoras pro Amnistía, después de que sus documentos de identidad hubieran aparecido, ya falsificados, en poder de miembros de ETA caídos en Francia. Los arrestados aseguraron que en su día habían extraviado el DNI y que incluso en algún caso lo habían denunciado. Sin embargo, las investigaciones abiertas entonces confirmaron que habían entregado voluntariamente sus documentos personales a los pistoleros, bajo el camuflaje de un extravío. Por aquel entonces, ETA había perdido su oficina de falsificación de documentos en Francia y tenía que recurrir provisionalmente a esa nueva táctica.

El caso es que el titular del móvil empleado para avisar de la salvajada de la Universidad de Navarra fue trasladado ayer a dependencias de la Comisaría General de Información, donde continuaban ayer las pesquisas para esclarecer su implicación o no en el intento de la matanza de universitarios. La procedencia del teléfono móvil avalaría la hipótesis de que los etarras que intentaron el jueves emular, a gran escala, las masacres de estudiantes en escuelas de Estados Unidos, pertenecen al «Vizcaya».

Con el móvil del ayer detenido, un comunicante que dijo hablar en nombre de ETA llamó a las diez menos diez de la mañana del jueves a la sede central de la DYA de Álava, para avisar, con la voz distorsionada, de la colocación de un coche bomba en el «campus universitario», aunque sin precisar de qué ciudad. Una hora más tarde, estallaba el vehículo cargado con unos 60 kilos de explosivo reforzado junto al edificio central de la Universidad de Navarra que, dada la imprecisión del aviso, no fue desalojada.

Por otra parte, la Policía investiga las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del recinto universitario, que captaron el momento en el que fue estacionado el coche bomba, aunque las imágenes no son de «muy buena calidad», según reconoció ayer el vicerrector Alfonso Sánchez Tabernero. Pese a ello, no se descarta que sirvan para aportar alguna pista sobre los autores del atentado. Al parecer, fue aparcado por un individuo y en las inmediaciones se encontraría su compañero, que le había precedido en el vehículo lanzadera, para después huir juntos.

Y mientras la Policía avanza en las investigaciones, todas las universidades de España, atendiendo a una convocatoria de la Conferencia de Rectores, guardaron ayer un minuto de silencio en repulsa por la última salvajada de ETA.

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