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El tsunami de 2004 se gestó en plena Edad Media

El pavoroso tsunami del Océano Indico que el 26 de diciembre de 2004 barrió más de 220.000 vidas en el sureste asiático y que se dejó sentir hasta las costas de Somalia tuvo un precedente entre 550 y 700 años antes. También en aquella ocasión las zonas más castigadas fueron Tailandia e Indonesia.
La revista Nature se hace eco esta semana de los hallazgos de un equipo internacional de geólogos encabezado por Katrin Monecke, de la Universidad de Pittsburg. Lo que han encontrado son depósitos de arena muy parecida a la virulentamente lavada y arrojada tierra adentro por el tsunami de 2004. Al conseguir fechar estas muestras siglos atrás han revolucionado la cronología de los maremotos.
En Indonesia se han analizado sedimentos recogidos a unos 2 kilómetros al norte de la población de Meulaboh, en la provincia de Aceh, en el extremo septentrional de Sumatra, donde las olas llegaron a ser de 35 metros en el año 2004. En Tailandia se han recogido muestras 124 kilómetros al norte de Phuket, donde las olas «sólo» alcanzaron los 20 metros.
El reto era cómo distinguir la arena nueva de la antigua. Los geólogos trabajaron con sedimentos de arena «atrapados» en una especie de simas pantanosas que las habían protegido de la erosión del viento y otros agentes naturales, casi encapsulándolas para el análisis. El hecho de que la región esté naturalmente resguardada de tormentas tropicales y otro tipo de inclemencias capaces de mover la arena como sólo la mueve un tsunami allanó la investigación.
Datación con carbono
Se procedió entonces a datar con carbono los restos de turba y detritus orgánicos enredados con la arena. La arena procedente de Sumatra ha quedado fechada entre los años 1290 y 1400. Mientras que las muestras de Tailandia podrían ser de entre el 1300 y el 1450. La proximidad de las dos horquillas hace verosímil la tesis de un tsunami masivo como el de 2004, entre cinco y siete siglos atrás.
El equipo indonesio incluso se ha atrevido a acariciar la hipótesis de un tsunami todavía mucho más antiguo, entre los años 780 y el 900, pero en este caso no coinciden los datos con Tailandia, donde en cambio sí se ha encontrado arena que podría tener más de 2.200 años.
Los autores del trabajo que se publica esta semana en Nature han preferido ir a lo seguro y atenerse a los indicios lo más semejantes posibles al tsunami de 2004. Sus análisis revisten interés no sólo para la comunidad geológica o científica sino para todos los que desde entonces se preguntan cuándo volverá a producirse una catástrofe natural de estas características.
Tsunamis «paralelos»
A lo largo de 2005 cundió el miedo a los «tsunamis paralelos», es decir, a un comportamiento sísmico en virtud del cual a una sacudida de estas características es fácil que siga otra similar, en el transcurso de un año.
Científicos como John McCloskey, de la Universidad del Ulster, advirtieron entonces de la posibilidad de que el «stress sísmico» dejado por el desplazamiento de la costa de Sumatra a raíz de aquel tsunami, provocado por un terremoto de fuerza 9.0 en la escala Richter en Sumatra, fuera capaz de causar un nuevo seísmo de hasta 7,5 grados.
Aunque los temores al máximo nivel no se vieron confirmados, sí quedó en pie la incógnita de la recurrencia. ¿Hasta qué punto un tsunami, además de una tragedia en sí misma, es un aviso de que se se está aproximando otro tsunami?
Si entre uno y otro pueden transcurrir como media seiscientos años, entonces cabe cierta tranquilidad. Y se puede trabajar con una cultura de la alerta más a largo plazo, como sugiere el geólogo noruego Stein Bondevik. Nature cita el caso de comunidades azotadas por el tsunami de 2004 donde se alcanzó un alto grado de supervivencia gracias a que durante generaciones y generaciones se había transmitido de padres a hijos este imperativo: cuando veas al mar levantarse, corre hacia arriba. ¡Sálvate!