ÓPERA
«Parsifal»
Música: Wagner. Int.: Nikitin, Tsymbalyuk, Milling, Ventris, Leiferkus, Urmana, Escolanía de Déu, Cor y Orq. de la Generalitat Valenciana. Dir. escena: Herzog. Dir. musical: Maazel. Palau de les Arts. Valencia. Fecha: 25-X
ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE
El Palau de les Arts valenciano estaba en deuda con Wagner. Podría no parecerlo pues su música se ha convertido en uno de los cimientos más impermeables de la programación. Así lo demuestra la representación de la «Tetralogía», completa y de continuo, anunciada para el final del actual curso. Pero ningún esfuerzo sería completo sin «Parsifal», ópera fetiche que ha abierto la temporada en una ciudad que cobija en su catedral el santo Grial. Se explica en la exposición instalada en el Palau y en las muy interesantes publicaciones que se han realizado. Incluso en la propia puesta en escena que ha diseñado el cinematográfico Werner Herzog, en la que se reproduce el cáliz y en la que todo se cierra con la visión del edificio del Palau perdiéndose en viaje interestelar. El detalle puede parecer una anécdota pero da idea de la naturaleza del trabajo, del mismo modo que la reacción del público puesto en pie aplaudiendo a la orquesta y a su director Lorin Maazel ayuda a entender el poso de calidad que se maneja en este teatro.
De manera que olvidando la referencia «kitsch», alguna escena más pueril alrededor de las muchachas-flor y otras torpes como la posición de Kundry mientras besa al héroe, el trabajo de Herzog se resume en un «Parsifal» galáctico por sus antenas, futurista, primitivo en los ropajes e inmediato por su aura. En alguna medida coherente con lo musical, con la pequeña diferencia de que la realización de Maazel deja boquiabiertos los oídos. Pocas veces podrá escucharse una interpretación más equilibrada, perfilada, sutil, clara, transparente e instrumentalmente exquisita. ¿Mística? Realmente no, pero son tantas las dificultades y tan pocas las soluciones que esta circunstancia se diluye y complementa con un reparto soberbio. Desde la voz cavernícola de Titurel, Alexander Tsymbalyuk, hasta la saludable del Gurnemanz de Stephen Milling o el Amfortas de Evgueni Nikitin. Todas con volumen y dicción, terminadas y sólidas las masculinas y graves, además del Klingsor de Sergéi Leiferkus. Intensas las demás con Parsifal y Kundry, Christopher Ventris y Violeta Urmana, en un dúo que llega al desgarro. Soberbio.