La pírrica victoria de Putin
El 11 de julio, con el petróleo a más de 147 dólares el barril y con el pronóstico de llegar a los 200, Moscú se frotaba las manos y Putin anunciaba un incremento del presupuesto de defensa para 2009 del 27 por ciento, alcanzando los ... 67.000 millones de euros. Con fabulosos ingresos energéticos, el Kremlin se sentía poderoso e imbatible, y presumía de que en 2020 sería la primera economía europea. Creía que había llegado el momento de romper el acoso al que se sentía sometido por EEUU y la OTAN.
Pero el petróleo comenzó a caer. Moscú intuyó que también podía perder su posición privilegiada en el Cáucaso, y empezó a preposicionar sus tropas. Los servicios secretos más avispados estaban sobre aviso. Israel, no queriéndose ver involucrada, cesó la venta de armas a Georgia una semana antes del conflicto. Rusia, con el petróleo ya a 115 dólares, decidió pasar a la acción el 8 de agosto, para marcar su territorio. En cuatro días ganó la guerra a Georgia. Pero sólo fue una victoria pírrica.
El petróleo se desmorona imparable y la paridad rublo-dólar se hunde. Los valores de bolsa -índice RTS- caen en picado, arrastrados por las mermas de beneficios de las empresas energéticas. Los inversores extranjeros huyen de Rusia y se desprenden de sus acciones. Desde mitad de julio, desaparecen 620 millones de euros de los fondos de inversión. Sólo en los 10 primeros días de septiembre, se fugan 3,8 mil millones de euros.
Para intentar salvar el sistema financiero, el Kremlin se ve obligado a anunciar una inyección de un billón de rublos en octubre. La posibilidad de acceder a la Organización Mundial del Comercio está más lejos que nunca y en el Reino Unido incluso se habla ya de excluir a Rusia del G-8.
Un Moscú ya mucho más humilde ha pedido árnica a su principal socio comercial, la UE. Y las principales potencias europeas le han tendido la mano. Rusia les representa un aliado estratégico por su rol de suministrador de energía y por ofrecer un fabuloso mercado casi virgen, ansioso de consumo y lujo. Los Veintisiete envían una misión de 200 observadores que ratifica la postura separatista, y aceptan que Rusia duplique el número de su soldados (7.600) en los dos nuevos Estados. Considera que no hace falta violentar y humillar innecesariamente a Rusia. Para no agraviar a Georgia, la UE le compensa con 500 millones de euros para su reconstrucción.
La contención de la temida expansión política, económica y militar rusa se ha logrado a través de la geoeconomía, quedando Rusia más debilitada para llevar a cabo sus planes que si hubiera sido derrotada en una gran batalla sangrienta.
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