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Crisis de idolatría

LEED a un hombre de nuestra época el pasaje evangélico de la multiplicación de los panes y los peces y sonreirá con petulancia o descreída displicencia; en cambio, ese mismo hombre estará dispuesto a creer a pies juntillas que sus ahorrillos, entregados a un banco ... o a un experto en inversiones, se multiplicarán por cien o por mil, hasta convertirse en una fortuna. Ahora la crisis nos está desvelando que tal multiplicación era una fantasmagoría que mientras duró nos hizo sentir como dioses, cuando en realidad éramos esclavos de la más ínfima condición, que es la de los que ponen su corazón en las riquezas. «El hombre es un ser dependiente -escribió Leonardo Castellani-, y si no depende de quien debe, dependerá de quien no debe; si no quiere por dueño a Cristo, tendrá al demonio por dueño. No podéis servir a Dios y a las riquezas, dijo Cristo, y el mundo moderno es el ejemplo lamentable: no quiso reconocer a Dios como dueño, y cayó bajo el dominio de Plutón, el demonio de las riquezas».

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