Una batalla campal entre judíos y árabes empaña el fin del Yom Kippur
Brigadas de policía antidisturbio trataban de contener anoche con gases lacrimógenos en la ciudad de San Juan de Acre, a 130 kilómetros al norte de Tel Aviv, a masas de jóvenes judíos, que al grito de «muerte a los árabes» luchaban por reeditar la batalla ... campal inacabada que protagonizaron frente a palestinos israelíes el pasado miércoles.
Eran entonces las primeras horas del Yom Kipur -periodo de obligado silencio y recogimiento-, cuando un residente árabe, que se dirigía a su casa en coche, fue atacado severamente por un grupo de judíos, que le apedrearon acusándole de estar haciendo demasiado ruido con el motor.
La turba del linchamiento, y el falso rumor de que el conductor había sido asesinado, atrajo a centenares de personas, que se envolvieron en la lucha en ayuda de ambos bandos, y que fueron contenidos mediante la fuerza y detenciones por agentes de Seguridad. Hubo tres heridos. Decenas de coches y una treintena de tiendas resultaron destrozadas.
«Es un incidente muy serio, nos ocuparemos de esos que se han tomado la justicia por su mano», advertía al diario «Haaretz» el jefe policial, Avi Edri.
El episodio de violencia callejera era ayer la demostración del exceso de celo con el que los judíos más radicales pueden llegar a empañar la solemnidad del Yom Kippur o el «Día del Perdón». Una jornada única de sacrificio, en la que la comunidad hebrea prescinde durante más de 24 horas de toda comida y bebida para consagrarse al rezo y al examen de conciencia, siguiendo los preceptos del Levítico. Israel permanece paralizado.
Ritual del «kaparot»
La regla impone privarse de mantener relaciones sexuales, de conducir, calzar zapatos de cuero, de baños, cremas y perfumes -«de todo lo que produzca satisfacción corporal», resume el rabino Shlomo Wahnón-, y los más ortodoxos aguantan toda la fiesta de pie.
En los sectores religiosos se observa aún el ritual ancestral del «kaparot», según el cual los pecados se transfieren simbólicamente a un gallo que es degollado y entregado a los pobres para alimento. Las asociaciones proderechos de animales han puesto otra vez el grito en el cielo y amenazan con denuncias.
No son los únicos que se quejan. En nombre de la correcta observación del Yom Kippur, Israel ha declarado tres días de «alerta máxima» y clausurado Gaza y Cisjordania. Ayer, al menos tres taxis palestinos que viajaban por este último territorio fueron apedreados a su paso por el asentamiento judío de Maalea Dumin, imposible de esquivar en cualquier trayecto entre el norte y el sur. «Es la lógica del muro», lamentaba un palestino desde Belén.
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