POR SUSANA GAVIÑA
FOTO: JAVIER DEL REAL
MADRID. No deja de ser paradójico que el título de apertura de la XII temporada del Teatro Real, «Un ballo in maschera», hable de un triángulo amoroso que acaba en tragedia, justo en el momento en que el triunvirato que lleva las riendas del coliseo madrileño -la pasión que les une no es otra que la música y la sangre tampoco llegará al río- hace agua; y de una conspiración para arrebatar el poder a un gobernador -el teatro sabe mucho sobre este tipo de guerras que no han dejado de sucederse en la última década, basta contar el número de directores y gerentes que han pasado por él-. Todo ello aliñado por la presencia de una adivina (o bruja) que enreda la trama más de lo necesario. En definitiva, una historia de amistad y de amor truncados, que se desarrolla en un escenario dominado por la política. Un argumento que no es nuevo ni en la ópera ni fuera de ella.
El Teatro Real abre así su temporada en plena crisis sobre su futuro. La institución que hace unos meses parecía rebosar de estabilidad y concordia, con un equipo muy armonioso -Jesús López Cobos, director musical; Antonio Moral, director artístico; y Miguel Muñiz, director general-, se enfrenta ahora a un periodo de dudas tras la decisión tomada por los dos primeros de no renovar su contrato a partir de septiembre de 2010 -fecha en la que concluye el compromiso de ambos con el Real-. Un acto que no se sabe bien si ha sido por decisión propia o por alusiones, o mejor dicho, por falta de ellas a la hora de sentarse a negociar una de las partes, en este caso el teatro, (la fecha para comunicar la renovación expiró el 31 de agosto pasado). El Real vuelve así a ser carne de titulares por temas más políticos que artísticos, pues al parecer la culpa de todo esto la tiene el Código de Buenas Prácticas, que no de buenas formas, implantado por Cultura.
«Un ballo in maschera» es, por tanto, el penúltimo Verdi que dirigirá Jesús López Cobos en el Real. Él mismo se ocupó de recordarlo esta semana durante la presentación de la ópera -el último será la temporada que viene, «Simon Boccanegra»-. Dos títulos por los que el director musical confesó tener una relación muy especial. De «Un ballo in maschera», que debutó en 1973 en Hamburgo, López Cobos destacó la lucha del compositor con la censura, que le obligó a estrenar la ópera en Roma, así como la evolución de la obra «pues comienza como un drama que se transforma en una comedia negra. Es una drama de luces y sombras». Algo que se evidencia tanto en los protagonistas, «Renato pasa de ser un personaje positivo a negativo», como en la parte orquestal, «que pasa de lo trágico a lo cómico». Asimismo, destacó como el compositor, que ha entrado ya en su etapa de madurez, «da un paso adelante en la descripción de los personajes» y como la orquesta «adquiere un mayor protagonismo». En cuanto a sus compañeros en esta producción, alabó el trabajo del director de escena, Mario Martone, «que ayuda mucho en lo musical», y al tenor Marcelo Álvarez, con quien ha colaborado en varias ocasiones, «si hubiera sido cantante me hubiera gustado tener su voz», bromeó.
El montaje de Martone llega al Real en una coproducción con el Covent Garden, estrenada en Londres 2004. En su estreno contó entonces con la participación de Marcelo Álvarez, que repite aquí, en el Real, donde ya cosechó un gran éxito con «Luisa Miller».
Martone ha decidido trasladar la acción, situada originalmente -por problemas de censura- en el sigo XVI al XIX, pues en su opinión el compositor la sentía más próxima a esa época. Algo que ha podido constatar el director de escena a través de una carta del propio Verdi que en la escena del baile imagina un vals.
Por su parte, Marcelo Álvarez expresó su alegría por volver al Real, «mi teatro de cabecera en España», y subrayó que ha intentado devolver a su personaje, Riccardo, la idea original desarrollada en el Covent Garden y que se va perdiendo en sus posteriores reposiciones: «Riccardo es un personaje con mucho carisma que puede hacer lo que quiere». El tenor argentino deberá luchar sobre el escenario por el amor de Amelia con Renato, su esposo, interpretado aquí por el barítono malagueño, Carlos Álvarez, que excusó su presencia en la rueda de prensa al tener un leve resfriado.
El papel de Amelia ha recaído en Violeta Urmana, bien conocida por el público madrileño pues ha protagonizado en el Real títulos como «Cavalleria rusticana» y «La Gioconda».
Urmana confesó sentirse cómoda con su personaje, «porque no es ni una reina ni una princesa. Es una mujer normal que está casada y con un conflicto interior. No es un personaje público con responsabilidades de estado, sino que tiene unos problemas que se dan con más frecuencia de lo que pensamos». A lo que añadió que la partitura de Verdi «es bellísima para la voz». También elogió el trabajo del director de escena, quien, en su opinión, «transmite todos los valores de esta ópera».