Bush pinta un paisaje aterrador: «Toda la economía estadounidense está en peligro»
La Casa Blanca tuvo que recurrir ayer a la carta más alta de la baraja. El presidente George W. Bush tuvo que improvisar un discurso televisivo en horario de máxima audiencia para pedir casi de rodillas a la nación que apruebe su plan contra la ... crisis, que seguía encallado en negociaciones a cara de perro en el Congreso.
Bush habló quince minutos, muy poco tiempo para entrar en detalles, pero alertó de que la economía de Estados Unidos está en un serio peligro y que hay que abordar soluciones drásticas y urgentes.
Poco antes de su discurso, un portavoz de la Casa Blanca anunció que el presidente había invitado a los candidatos del Partido Republicano, John McCain, y Demócrata, Barak Obama, a reunirse con él con el fin de estudiar y abordar el plan de rescate financiero para Wall Street. Ambos candidatos aceptaron el ofercimiento de Bush.
Para el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, si la propuesta de la Administración Bush no sale adelante Estados Unidos se enfrenta a su recesión económica más feroz desde la Segunda Guerra Mundial. Auguró caídas del crecimiento y mucho sufrimiento para todos.
Bernanke, un amante de la discreción y de moverse entre bambalinas, tuvo que dar un paso al frente ante la evidencia de que la estrella inicial de la negociación, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, empezaba a tocar fondo. Su autoridad y credibilidad destiñen cada día que pasa sin acuerdo, y con los mercados subiendo y bajando como un ascensor a cada pálpito político.
Ayer pareció que los mercados se alegraban con la buena nueva de que el mítico consultor de inversiones y filántropo Warren Buffett, el «oráculo de Omaha» a quien se atribuye una varita mágica para no equivocarse nunca cuando invierte, había decidido meter nada menos que 5.000 millones de dólares (3.400 millones de euros) en Goldman Sachs. La noticia sacudió el parquet como la primera bocanada de verdadera confianza en el sistema en muchos días, y no procedente de nadie a sueldo del gobierno.
Buffett bautizó ayer esta crisis como «un Pearl Harbor económico», y empeñó todo su crédito personal, que en su caso es casi tan valioso como el financiero, para bendecir el plan Paulson. Pidió aprobarlo cuanto antes para frenar el hundimiento de los mercados.
Las acciones de Goldman Sachs sin duda despegaron al saberse todo esto, y el mismo Wall Street reaccionaba al alza, si bien con una cautela descorazonadora. El Dow Jones mantuvo las pérdidas y bajó un 0,27% adicional, el S&P perdió un 0,20% y sólo el Nasdaq tuvo un repunte del 0,11%. Muy poco para invertir la tendencia del desánimo.
Tampoco es que hubiera grandes motivos para el optimismo. Desde la noche anterior golpeaban los mercados las inquietantes noticias de que el FBI puede estar investigando por fraude potencial a un total de 26 grandes empresas, cuatro de ellas en primera fila de los esfuerzos de rescate del Gobierno: las hipotecarias Fanny Mae y Freddie Mac, Lehman Brothers y AIG, que por cierto ayer volvía a despeñarse al fracasar una y otra vez su búsqueda de capital privado, más allá del crédito extraordinario que ha recibido de la Fed.
No está nada claro que esta investigación responda a indicios concretos de grandes irregularidades. Varias fuentes descartaban que el FBI pueda encontrar mucho más que cientos y miles de pequeñas falsificaciones de papeles para lograr hipotecas, un alud de micropicaresca. Pero el daño ya está hecho. Nada más faltaba este golpe de desconfianza, justo cuando una de las exigencias más agrias de los demócratas es castigar de algún modo a los tiburones de Wall Street por lo ocurrido. Por ejemplo recortando el salario de los altos ejecutivos de las empresas intervenidas.
Intento de calmar los ánimos
Bernanke intentó calmar ayer los ánimos con algunas precisiones. Por ejemplo, dijo que los 700.000 millones de dólares que —de momento— se estima que costará el plan no son de gasto o de pérdida directa para el contribuyente, sino de precio total de los activos a intervenir. Se va a gastar eso pero no se va a perder eso, precisó, ya que la Fed espera recuperar por lo menos una parte.
Por desgracia para el Gobierno esta explicación contradecía la previa de Paulson, cuando pidió que la nación se prepare a recuperar nada o muy poco. Los demócratas intentaban ayer parar el golpe sugiriendo un desembolso gradual. Así habría posibilidad de ir evaluando los resultados y corrigiendo el tiro, aducen. Pero el Gobierno sostiene que es todo o nada, ahora o nunca.
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