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Lunes, 22-09-08
LUIS MIGUEL MARTÍN RUBIO
JAMÁS he considerado el tema del aborto como una cuestión de índole moral, ético o religioso, siempre lo he considerado como algo en manos de la ciencia, ésta es la que ha de dar repuesta a esos latidos del corazón de una criatura que vive dentro de otra persona humana. Ha sido la ciencia la que ha dictaminado que hay vida desde el minuto cero, es decir desde el momento mismo de la concepción hay un ser vivo que se desarrolla como cualquier otro que vive de forma independiente, como es mi caso o el suyo. A partir de este hecho tan significativo y relevante, cualquier discusión en esta materia, sólo conlleva para el que discute mantener una postura errónea y confusa con el argumento de una falsa modernidad o una aparente progresía, aunque para ello tenga que justificar lo injustificable, que son esos horrendos crímenes que suponen el desprecio total a la condición humana.
El pasado jueves se aprobó en el Congreso de los Diputados, la propuesta de crear una comisión para estudiar una nueva Legislación sobre el aborto, la moción salió adelante pero con el voto contra del grupo del Partido Popular. Este hecho ha provocado la reacción de muchas personas y diferentes colectivos y por internet y en los diferentes medios de comunicación corren las informaciones y las opiniones sobre este asunto. En este sentido he podido ver en el correo electrónico un video impresionante sobre las prácticas ilegales de un negocio abortista de Madrid, en este documento con toda impunidad los directivos y diferentes profesionales vierten declaraciones sin escrúpulo alguno sobre su actividad y de la que se deducen actuaciones culpables de tipo fiscal , de evasión de capitales, de falsedad en documento público , engaño y estafa, además, lo más grave, de atentar contra la vida humana.
El video con toda la crudeza de sus imágenes, fue emitido en un programa de televisión de una cadena privada y como digo circula a través de la red en internet. Aparte de la desvergüenza de los criminales que aparecen en el reportaje, llama la atención que quienes deben velar por el cumplimiento de la Ley o quienes han de garantizar el cumplimiento de los códigos deontológico profesionales se hayan pronunciado o denunciado tan terrible situación.
Lo que está ocurriendo en nuestro País en este asunto es tan grave que no podemos quedar cruzados de brazos, o mirando para otro lado como si nada importante pasara a nuestro alrededor. No podemos quedar impasible ante la visión de destrucciones de la vida humana, hay que denunciarlo y no podemos estar callados, mientras a diario se cometen estos delitos. En este sentido resuenan unas palabras que recientemente ha manifestado el Papa , «hablar para lograr aplausos , hablar para decir lo que los hombres quieren escuchar , hablar para obedecer a la dictadura de las opiniones comunes , se considera como una especie de prostitución de la palabra y del alma». No podemos encogernos de hombros ante este genocidio equiparable a los que realizaron y se realizan en países totalitarios. No podemos llegar a una situación en la que nos preocupe más la vida de los animales o el problema del cambio climático y dejemos a un lado el primer derecho de todo ser humano que es el derecho a la vida.
La interrupción voluntaria del embarazo supone quitar la vida de un indefenso, no existe razón científica ni legal para negar al feto el mismo respeto , los mismos derechos y la misma protección que a cualquier otro ser humano de los que nos rodea. La imagen la semana pasada de una sonrientes Señorías en el Congreso de los Diputados con la mano alzada aprobando la propuesta de una nueva Legislación sobre el aborto, no es precisamente una noticia feliz ni para esos seres que van a perder la vida antes de nacer ni para cualquier ser humano con sentimientos. En estos días, mientras leía estas tristes informaciones, pensaba en un matrimonio amigo que llevan fuera de España algunas semanas, a miles de kilómetros, haciendo gestiones y sometidos a un calvario interminable para la adopción de un niño. Esta es la legislación que hay que revisar, defender y mejorar, una ley para la vida y no para la muerte.

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