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Zapatero en Washington

Hace unas semanas no le habría importado a nadie por aquí la opinión del candidato republicano John McCain sobre el Gobierno de España y en especial sobre su presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Existía una convicción generalizada de que Barack Obama ganaría sin problemas las elecciones. Hace cuatro años, la convicción de que el demócrata John Kerry acabaría de una vez por todas con el máximo representante del Mal en la tierra -ya saben, George Bush- se mantuvo firme en los medios izquierdistas españoles hasta que el propio candidato demócrata anunciaba su derrota. Ahora, esa inmensa mayoría de los europeos y especialmente de los españoles forofos del candidato demócrata no están ya tan seguros de «su victoria» como entonces. Por eso interesa de repente la postura de McCain sobre nuestro país.

Con un Obama vencedor aquí algunos dan por hecho que el presidente del Gobierno socialista español se convertiría pronto en poco menos que un íntimo del presidente norteamericano y un asiduo de la Casa Blanca. Ya se imaginan la fotografía del paseo de los dos presidentes por los jardines de Camp David debatiendo sobre el calentamiento global mientras Michelle y Sonsoles, sentadas en la veranda, intercambian emociones sobre el bel canto y la tolerancia en las escuelas rurales africanas. Es cierto que la palabrería hueca y sentimental de Obama en las primarias le hacía parecer un alma gemela de nuestro presidente. Pero todo hace pensar que también en esto habrá decepción. Lo más probable es que, de ganar, Obama aparezca por aquí muy tarde, si acaso. Y si lo hace, mucho menos interesado en las opiniones de Zapatero que en el envío de tropas españolas a Asia y un aumento del presupuesto militar para reforzar la OTAN.

El hecho es que ahora interesa también la opinión de McCain. Y una aguerrida reportera de la radio de batalla del antiamericanismo en España le preguntó hasta tres veces a McCain por su disposición, de ganar las elecciones, a recibir a Zapatero. Primero respondió que se reunirá con los líderes amigos. Preguntado una segunda vez, dijo que habrá de evaluar las relaciones internacionales y las prioridades. Y a la tercera insistió en que se reunirá con todos los líderes que compartan principios y filosofía con EE.UU.. La periodista no obtuvo la respuesta pero no se fue de vacío. Quienes quieran creer que McCain ha dedicado algún minuto de su vida a pensar en Zapatero habrán de llegar a la conclusión de que McCain no recibirá a Zapatero. Ni ha sido amigo, ni está en ninguna prioridad, ni comparte los principios y la filosofía de EE.UU.. Les puede reconfortar otra opción menos turbadora y es que McCain no tenía ni idea de qué le hablaba la señorita. La España de Zapatero ha desaparecido del mapa en EE.UU.. En su capital, nuestro embajador hace vida de ermitaño. Su agenda de contactos políticos es desde hace cinco años patética. Más aun nos deberían preocupar la opinión de ejecutivos y mandos de grandes compañías norteamericanas sobre este Gobierno «izquierdista», «filocastrista», «chavista» además de otras lindezas. Y alarman las medidas de seguridad que exigen ahora personalidades norteamericanas para venir a nuestro país. Eso, queridos forofos, no va a cambiar con unas elecciones allí.

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