Hazte premium Hazte premium

Maleni no quiere ser Maleni

QUERIDO Enrique Jardiel Poncela que estás en los cielos del injusto olvido: ven, por favor, échame una mano, que te necesito. Que sólo a la luz de tu humor genial puede uno librarse de estas tinieblas de la negación de la lógica, que quizá las produzca la calor del membrillo, o el membrillo mental que algunos más que otros tenemos encima, en esta España donde por muy grande que sea la barbaridad que pienses, al cabo de poco tiempo acaba siendo realidad, como lo del suicidio asistido, que suena a dirección asistida hacia la negación de la moral, y sin frenos ABS.

Un gorila rojo del zoo hispánico me mueve a escribirle, señor Jardiel, en petición de auxilio. Ha dicho una frase que parece el título de una obra suya. No, no es «Espérame en Siberia, vida mía», dirigida a sus amiguitos los rusos de verdad, los que no tienen un duro, no los rusos ricos que están en Marbella apaleando millones procedentes del tú-ya- sabes. La frase me ha recordado lo suyo de «Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?». Este Chávez ha dicho, aguante la risa, don Enrique: «Yanquis de mierda, váyanse al carajo cien veces». No es que yo vaya a preguntarle, don Enrique, si en plan once mil vírgenes hubo alguna vez cien carajos, para que los americanos deban ir una vez a cada uno de ellos, en devota peregrinación, como los moros van a La Meca. Sino justo lo contrario: si es posible ir al carajo cien veces. ¿No imprime carácter lo de ir al carajo, de modo que sólo se puede ir una vez, como el que recibe el sacramento del Orden o el Nobel de Medicina? Usted tiene que saber, don Enrique, si se puede ir cien veces al carajo sin que le ocurra a la mentada visitada verga lo que al cántaro que va muchas veces a la fuente. Dígamelo a vuelta de correo, o por la telefonía celeste de Fernando Villalón, plís.

Porque no era esto en lo que en realidad quería que me ayudara. Es por lo de una señora que tiene nombre de personaje suyo: Maleni. Mire cómo suena a Jardiel: «Maleni está debajo de un almendro». (Que es donde en realidad debería estar Maleni, y quizá hasta nos hubiéramos ahorrado alguna desgracia nacional que otra.) Y mire, don Enrique, cómo suena a Jardiel esto otro: «Maleni o el honor de un brigadier». Bueno, pues con estos antecedentes literarios tan ilustres, Maleni dice que no quiere ser Maleni. Lo cual no me negará usted que sí que es Jardiel Poncela puro de oliva. Yo le digo a mi admirado Gustavo Pérez Puig que monte la función «Maleni no quiere ser Maleni» para que la represente, en el Teatro Cervantes de Málaga mismo, y llegamos a las cinco mil representaciones, vamos que si llegamos...

¿Por qué Maleni no quiere ser Maleni? Ah, misterios insondables del alma humana. Por no salir de Jardiel, «Magdalena por fuera y Maleni por dentro». Maleni quiere ser en todo caso una Maleni de la Secreta, no que ande pregonada en gacetas como tal Maleni. Para lo cual, lo mismo que San Pedro negó a Cristo tres veces antes de que cantara el gallo, sin necesidad de no digo ya de gallo, sino ni de una pastilla de Avecrem (de lo que sabe más por la parte del Crem que por la parte del Ave), Maleni se ha negado a sí misma lo menos cinco veces bien despachadas: «A mí nadie me llama Maleni», ha dicho. Pero no en plan «a ver quién se atreve» o en plan «eso se lo dirá usted a todas», sino queriendo borrarse ese nombre, ya que, al revés que en la copla, con lo que quieran llamarle no se tiene que conformar, porque eso no entra en el sueldo. Es decir, que a Maleni no la llaman Maleni ni los que les dicen Maleni. Porque el nombre de Maleni, contra lo que creen muchos, no es cariñoso. Maleni es sencillamente Maleni. Malena es nombre de tango, como bien sabía Magdalena Nile del Río, que, sin salir de Málaga, fue y se puso Imperio Argentina en vez de ponerse Maleni, lo que son las cosas.

Yo creo que Maleni tiene toda la razón. Maleni no existe. Lo que dijo Goya, sin premio: el sueño de la razón (verbigracia ZP) produce Malenis. En quien se ceba el machismo no por ser Maleni, sino por mujer. Maleni lo ha dicho: «No me perdonan que sea una mujer preparada». No, lo que no le perdonan es que Maleni sea completamente Maleni, y usted ya me entiende. Aunque Maleni me mande una sola vez al lugar de peregrinación donde el otro envía cien veces a los yanquis.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación