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Detenida una pareja por torturar y descuartizar a dos jóvenes de Betanzos

Como cada día, el pasado lunes, a las siete de la tarde, una mujer paseaba con su hijo (un menor) por una zona agreste de Ferrol, que, aunque algo retirada y recogida, no dista demasiado de un vial que lleva hacia las playas exteriores, muy concurridas en la época estival. En la habitual caminata, esta vecina divisó algo extraño a lo lejos, y cuando se acercó para ver de qué se trataba comprobó que era un bidón lleno de agua del que asomaba un trozo de pierna humana.

Enseguida dio aviso a las Fuerzas de Seguridad, que comenzaron las investigaciones. Poco después, agentes de la Policía completaban el resto del macabro rompecabezas: dos cuerpos desmembrados (seccionados por la cintura, con cabeza y tronco separados) y repartidos entre el cubo y una maleta vieja

Los cadáveres mutilados aparecieron en un monte entrecruzado por una pista rural que desemboca en la carretera de la parroquia costera de Covas, en el lugar de A Bailadora, a sólo cuatro kilómetros del centro ferrolano. A 200 metros, hay unas canteras de piedra, la mayoría abandonadas.

Crimen reciente

La investigación se centra ahora en averiguar si los dos muchachos fueron asesinados donde aparecieron sus cuerpos sin vida, o si, por el contrario, murieron en otra parte y trasladados posteriormente allí. El crimen es reciente, dado que todavía no había empezado el proceso de descomposición. Las víctimas fueron identificadas como Claudia Alejandra Castrelo Castro, de 25 años, natural de Buenos Aires, y José Manuel Gómez Rodrigo, de 37 y oriundo de París. En sus muertes hubo un brutal ensañamiento.

Los dos eran pareja e hijos de emigrantes. El varón era conocido por el mote de «Pachá», porque sus padres regentan en Sada (La Coruña) un establecimiento con este nombre, situado en la zona de la marcha nocturna. Los dos novios habían vivido antes en esta localidad, pero ahora residían en Betanzos, también en La Coruña.

Un mutismo absoluto rodea este caso. En el escenario del delito se personaron la Policía Científica, agentes de la Policía Local de la ciudad, la Guardia Civil, los bomberos con potentes focos para la iluminación (a esa hora la luz ya empezaba a escasear) y unidades del Tercio Norte de la Armada, que montaron una carpa sobre el terreno para facilitar la labor de los investigadores en la recogida de pruebas que puedan ayudar al esclarecimiento del atroz crimen.

El juez de guardia, Alejandro Morán Llardén, acompañado del secretario judicial y de, al menos, un forense, interrumpió su trabajo en la instrucción del caso de la red de distribución de vieira tóxica, para atender este hecho.

La resolución, que se antojaba ardua y complicada, cobró un tinte aún más dramático: otra pareja residente en Betanzos fue detenida por la supuesta autoría del doble crimen. A. A. C., de 26 años, fue arrestada después de que la Guardia Civil interceptase una furgoneta sospechosa sobre las 7.15 de ayer en la localidad lucense de Ribadeo. Viajaba con un bebé, y no pudo escaparse del control, pero su compañero sentimental, Manuel Antonio Prado Rivero, de 32, sí consiguió fugarse.

Él fue localizado horas más tarde, a las 12.10, cuando circulaba en un taxi por el municipio de Lourenzá, en Lugo. Tiene antecedentes penales -toxicómano, asesinó a puñaladas a un taxista en Órdenes (La Coruña) en 1999, se entregó días más tarde acompañado de su padre y quedó en libertad el pasado mayo tras cumplir condena en la cárcel de Teixeiro-, y ella había sido detenida hace dos días en Betanzos por un hecho delictivo que, según ha trascendido, nada tiene que ver con este episodio.

Prado Rivero es natural de Carnota, en la provincia de La Coruña. Hijo de un taxista jubilado, fue ingresado en Teixeiro el 13 de marzo de 1999 después de entregarse voluntariamente quince días después del crimen, de confesar que había ingerido drogas y alcohol, y de afirmar que no era consciente de sus actos. El joven, que entonces tenía 23 años, asestó quince puñaladas al taxista José María García Corral, al que además le robó 25.000 pesetas, y luego se fugó.

La Guardia Civil relaciona a ambos con el macabro hallazgo de Ferrol porque, al parecer, viajaban en un vehículo propiedad del joven asesinado. La furgoneta levantó sospechas, y al introducir el número de matrícula en el Sigo (Sistema Integrado Operativo), se comprobó que de José Manuel Gómez Rodrigo.

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