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Los talibanes reciben a Zardari con un salvaje ataque terrorista

El viudo de Benazir Bhutto y actual líder del Partido Popular de Pakistán (PPP). Asif Ali Zardari, cumplió con el guión previsto para la jornada electoral y obtuvo el respaldo para convertirse en el nuevo presidente de Pakistán. El candidato de la principal fuerza del país obtuvo 481 de los 702 votos emitidos y recogió el testigo dejado por Pervez Musharraf tras su dimisión el pasado 18 de agosto.

La votación se vio eclipsada por un nuevo atentado. Un conductor suicida se precipitó contra una comisaría de policía en la ciudad de Peshawar, al norte del país, y acabó con la vida de más de 30 personas, entre ellos cinco policías, e hirió a otras ochenta. «Me alejé del lugar instantes antes de la explosión con otro guardia y cuando miramos hacia atrás había espesas nubes de polvo y estaba todo destruido», dijo a la cadena local «Dawn» Haji Akbar, un policía que se salvó de morir en el atentado.

Otro capítulo de violencia que pone encima de la mesa uno de los principales problemas a los que se va a enfrentar Zardari: la creciente actividad de los grupos insurgentes que tienen su base en la conflictiva frontera con Afganistán.

Amplio margen

Zardari ganó con la misma facilidad con la que lo hizo Musharraf hace casi un año. Gracias a los apoyos logrados en otros grupos con peso en las cámaras nacionales y provinciales, superó con holgura la mayoría simple necesaria para su elección. Los candidatos de la Liga Musulmana Qaid-e-Azam (PML-Q), Mushahid Hussain, y de la Liga Musulmana de Nawaz Sharif (PML-N), Saeed Zaman Siddiqui, apenas inquietaron al viudo de Bhutto, que sólo fue superado en la Asamblea Provincial de Punjab, donde los hombres de Sharif tienen su auténtico feudo.

En Sindh, la provincia en la vive Zardari, éste aseguró 62 de los 65 votos electorales, mientras que sus dos rivales principales consiguieron sólo uno; en la Provincia Fronteriza Noroeste (NWFP), Zardari obtuvo 56 votos contra cinco de Siddiqui y uno de Hussain, y en Baluchistán, la más extensa de las provincias del país, Zardari consiguió 59 votos mientras que sus rivales consiguieron dos cada uno.

Zardari asumirá con los mismos altos poderes que tenía Musharraf. Esta posición le permite disolver las Cámaras o nombrar al jefe del Ejército y al primer ministro. Estos son algunos de los puntos principales que Gobierno y oposición debatirán a lo largo de la legislatura y que pueden terminar por modificar los poderes del presidente -añadidos por Musharraf- hasta convertirlo en una figura meramente representativa. La restitución de los jueces apartados por el ex general de sus cargos en noviembre, también ocupará una parte importante de las discusiones.

«Pakistán ha echado de una vez a Musharraf y es el turno de los partidos políticos. Lo valoro como un paso adelante en el complicado camino que tiene este país hacia la democracia, aunque lo que puede aportar Zardari es por ahora un misterio», asegura Ana Ballesteros, investigadora del Observatorio Electoral del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos.

Zardari siempre ha manifestado su intención de mantenerse aliado con EE.UU. en la «guerra contra el terror», pero además de la vía militar es un defensor del diálogo con los líderes tribales para intentar aislar a la células de Al Qaida.

El eje Islamabad-Washington

La relación entre ambos Estados supone un auténtico caballo de batalla en un país donde la política de la Casa Blanca goza de nula aceptación popular. Aunque el respaldo financiero de EE.UU. es básico para la economía del país y para la modernización de sus Fuerzas Armadas, Musharraf terminó pagando con su cargo el apoyo a EE.UU. Por esto, Zardari no parece dispuesto a perder de vista la importancia de mostrar a los suyos que gobierna sin aceptar injerencias externas.

«La comunidad internacional debe responder con un mayor interés hacia Pakistán. Es un país demasiado importante como para olvidarlo, ya que además de tener la bomba atómica, son más de 170 millones de ciudadanos y sus comunidades son cada vez más numerosas en Occidente», dice un embajador europeo en Islamabad.

El PPP tiene la mayoría para llevar a cabo sus planes. Ahora sólo falta que Zardari no caiga en los errores del pasado y logre formar un sistema fuerte que no acabe cayendo en manos de los militares, como ha ocurrido a lo largo de la historia de Pakistán. Empieza la era Zardari, una nueva esperanza para la nación y un nuevo desafío para la comunidad internacional.

Policías y voluntarios socorren a las víctimas del atentado en la norteña ciudad de Peshawar

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