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McCain lanza su versión de «cambio» al aceptar la candidatura republicana

McCain lanza su versión de «cambio» al aceptar la candidatura republicana

Entre una espectacular nube de globos y confeti con los patrióticos colores de la bandera americana pero con limitada persuasión, el senador John McCain aceptó con «humildad y confianza» la candidatura presidencial del Partido Republicano en la apoteosis final de la convención celebrada esta semana en Minnesota. El ex prisionero de guerra de Vietnam, con una carrera política al margen de la ortodoxia conservadora de su partido, se ha desmarcado de la Administración Bush con promesas de cambio bipartidista concentrado sobre todo en lograr soluciones pragmáticas para los problemas reales de Estados Unidos.

Desde su posición inconformista entre sus correligionarios, el septuagenario senador por Arizona ha argumentado la necesidad de buscar las mejores ideas, con independencia de su origen, «para empezar finalmente a solucionar cosas para las que la gente cuenta con nosotros». Con indicación de que sus esfuerzos de consenso durante un cuarto de siglo como legislador federal serán una pauta de cómo gobernará si gana la Casa Blanca: «Abriré mi mano a cualquiera que me ayude a conseguir que este país se ponga de nuevo en marcha. Tengo esos antecedentes y las cicatrices para probarlo».

El tono moderado en los casi cincuenta minutos de discurso pronunciado por McCain, con menciones más bien tangenciales hacia Obama, ha contrastado visiblemente con el mucho más beligerante debut de Sarah Palin, la primera mujer que aspira a la vicepresidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano. Hasta el punto de que la mayor ovación para John McCain en Minnesota se produjo cuando la gobernadora de Alaska volvió a aparecer junto a él en el escenario de la convención.

De hecho, algunos de los ataques más duros en la alocución de McCain estuvieron dirigidos contra su propio partido: «Hemos perdido la confianza del pueblo americano cuando algunos republicanos han caído en las tentaciones de la corrupción (...) Hemos perdido su confianza cuando valoramos más nuestro poder que nuestros principios. Tenemos que cambiar eso. Vamos a recuperar la confianza del pueblo defendiendo los valores que los americanos admiran. El partido de Abrahán Lincoln, Theodore Roosevelt y Ronald Reagan va a volver de nuevo a sus principios».

La economía, ausente

A pesar de que la problemática situación económica de Estados Unidos ha sido uno de los grandes temas ausentes de la convención republicana, el senador McCain no ha evitado entrar en la cuestión favorita de los demócratas. Según el nominado, existe un considerable nivel de ansiedad sobre el futuro de la economía nacional y «todo lo que se pide al gobierno es que se coloque del lado de la gente, no en su camino; y eso es justo lo que tengo intención de hacer: colocarme de vuestro lado y luchar por vuestro futuro».

La alocución del senador McCain, sobre todo al principio, se vio interrumpida en diversos momentos por activistas contra la guerra de Irak que se habían logrado infiltrar entre los invitados al cónclave republicano en la arena deportiva «Xcel Energy Center», dedicada normalmente a partidos de hockey. Estos activistas fueron rápidamente expulsados mientras los delegados coreaban al unísono «¡U-S-A! ¡U-S-A!». En un momento, McCain llegó a insistir en que «los estadounidenses quieren que dejemos de gritarnos unos a otros, ¿OK?».

Aunque dentro de la moderna historia política de Estados Unidos resulta más bien excepcional que un mismo partido retenga la Casa Blanca durante tres mandatos consecutivos, los últimos sondeos de intención de voto insisten en colocar en una situación de empate al senador McCain y Barack Obama. Pero el candidato republicano insiste en que él tiene menos posibilidades de ganar por el lastre que supone la mala situación económica, la fatiga producida por la guerra de Irak y el desprestigio acumulado por la Administración Bush.

Pasada la página de las convenciones, el pulso por la Casa Blanca se convierte ahora en un maratón adicional de dos meses de campaña sin interrupción -con cuatro grandes debates televisados previstos- que culminará en los comicios del 4 de noviembre. Cita con las urnas que además de dirimir la sucesión de George W. Bush también servirá a nivel federal para renovar toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.

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