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Juan Pedro Aparicio vuelve con más «relatos cuánticos» o hiperbreves

IRENE G. VARA

MADRID. El escritor leonés Juan Pedro Aparicio vuelve al panonarama literario con «El juego del diábolo» (Páginas de espuma), un libro de microrrelatos, o como él los llama, «relatos cuánticos». «El concepto cuántico pone el énfasis en la distinta ley que gobierna este tipo de relatos con respecto a la literatura convencional -explica el autor-. Aquí lo que prima es la elipsis, es decir, lo que no se dice». Aparicio subraya además la importancia en este tipo de textos de «la complicidad entre el lector y el autor en las cosas que no se escriben pero se conocen».

Este libro que ahora se publica es «complemento» de uno anterior («La mitad del diablo») publicado en 2006, también de microrrelatos. Aparicio, Premio Nadal en 1989 por «Retratos de ambigú», asegura que no existe un hilo argumental entre uno y otro, pero se complementan. «En el primer libro yo propongo una lectura del relato más extenso al más breve, y en este nuevo libro, a la inversa», aclara el escritor. «La lectura en éste resultará más gratificante por eso».

Con gran ironía, Aparicio recorre su «biografía, lecturas, obsesiones», a través de estos textos hiperbreves, algunos de una sola línea. El autor confiesa que el primero de todos ellos «es uno de los que más me gustan». Titulado «Desayuno», y con tan solo seis palabras, realiza un homenaje al «Vuelva usted mañana», de Larra. «He intentado reconvertir aquel relato de Larra en un microrrelato, para reflejar una realidad paralera, pero no idéntica».

El proceso de creación de estos «relatos cuánticos» atraviesa dos fases, según explica el escritor. Primero tiene lugar la invención y después, la escritura. «Las ideas surgen búscandolas. Ahora que no busco, no me surgen», asegura Aparicio. «Algún día se me ocurría sólo un relato y otros, catorce», añade. «Además, la idea surge en cualquier sitio, así que para que no se me olvidaran, terminé por llevar siempre encima un cuadernillo y un lápiz».

Tras esa fase de invención, el texto se somete a un proceso de escritura, en el que «dejándolo reposar, se perfecciona». Lo cierto es que, a pesar del origen remoto de los relatos breves en la historia de la literarura, Juan Pedro Aparicio ha reinventado este género, apostando por ejercicios literarios arriesgados en cada relato.

El autor, que dirige el Instituto Cervantes de Londres, es consciente de que «es difícil de encontrar una editorial grande que se dedique a esto». «Se trata de literatura en estado puro y supone arriesgar -opina-. Hay empresas editoriales a las que le importa la gran facturación y estos textos quedan para aquellas empresas a las que les interesa una propuesta distinta». De difícil catalogación, Juan Pedro Aparicio ha escrito novelas, relatos, ensayo, poesía o libros de viajes. «Esas cosas hay que dejarlas a los profesionales, yo no tengo ni interés, ni curiosidad por ello», afirma el autor. Y bromea: «Yo quiero que me cataloguen como un autor vivo. Lo más vivo posible y durante el mayor tiempo posible».

A pesar de que «no habrá más diábolos», Aparicio afirma que «si conservo el número de lectores que compraron el primer libro, me daré por satisfecho». Además, parece que el escritor volverá a la novela, que «nunca he dejado». El autor leonés trabaja en un proyecto con personajes del siglo XVIII que supone «lo opuesto» a esta última publicación.

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