¡Vivimos mejor que nunca!

04/09/2008 a las 07:33h.

SIN guardar las formas, en alarde de singular descaro, el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, ha dicho en RNE que los españoles «viven mejor que nunca». Si hubiera dicho «vivimos», la mentira del gallego podría tener una excepción de verdad, la de sus colegas ... en las cumbres del partido y del Gobierno; pero el aristocrático distanciamiento que marca el «viven», merecedor de estudios psicopatológicos, subraya la inverecundia del personaje. «Alguno tiene algún problema», concede retóricamente el gran sacristán socialista; pero, añade, España está «en las mejores condiciones para vencer a la crisis y prepararse para el futuro».

Si no estuviéramos acostumbrados -triste costumbre- a tanto desparpajo insolente por parte de quienes dicen ser nuestros representantes y hacen muy poco, o nada, por representarnos, este sería un caso para rasgarse las vestiduras y clamar al cielo en petición de consuelo y asistencia. Acaba de anunciar el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, que el paro llega ya a dos millones y medio de ciudadanos -¡el mismo número que marca el censo de funcionarios!- y el representante del partido que ha gestionado durante los últimos cinco años tan desastrosa situación se permite el lujo y el cachondeo de decir que los españoles viven como nunca.

Este Blanco, que pasa por astuto y maniobrero, es un sinsorgo capaz de ponerse por montera la mismísima realidad con tal de llevarnos al huerto y hacernos creer que llueve cuando luce el sol y viceversa. Malo es que en el Gobierno, y en el entorno que le confiere el poder, actúen gentes sin sentido y sin criterio; pero es aún peor, más destructivo, que los miembros del Gobierno y los líderes del partido entiendan que los millones de ciudadanos que les respaldan con sus votos son quienes carecen de criterio y de sentido. Un Gobierno es algo que, aunque con trámite complejo, resulta de fácil renovación; pero, ¿cómo se cambia de la noche a la mañana toda una base electoral y, por extensión, a toda una ciudadanía?

Mariano Rajoy ha valorado la situación como «dramática». Lo es incluso descontando la tasa de exageración que le corresponde a un líder de la oposición para valorar el trabajo del Gobierno. Y, ¿qué? José Luis Rodríguez Zapatero, sus mentores y sus mentados se obstinan en seguir hablando de una realidad inexistente y, para que la confusión no nos permita acercarnos a la verdad, se han apresurado a fabricar cortinas de humo -como la que insufla con vientos cadavéricos Baltasar Garzón- que entretienen al personal y, con el precio de fomentar el cisma nacional, no fomentan que, como en el juego de Antón Perulero, cada cual atienda a su juego. Cuando se quiere atajar un problema grave, como el que nos sacude, no hay nada que hacer si, previamente, no se le asume como tal.