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En recuerdo de Argenta

CLÁSICA
Festival de Santander
Orq. Sinf. del Maggio Musicale Fiorentino. Orfeón Donostiarra. Dir.: Z. Mehta. Obras de Beethoven y Wagner. Palacio de Festivales de Cantabria. 31 de agosto y 1 de septiembre.
COSME MARINA
El recuerdo y la memoria del director de orquesta Ataúlfo Argenta se ha venido recordando este año con intensidad en diversos ciclos españoles. El Festival Internacional de Santander, al que tan intensamente estuvo vinculado el maestro, también lo ha hecho a través de una mesa redonda con participantes de primera fila -Berganza, Achúcarro, Marco, Halffter y descendientes de Argenta, entre otros muchos- y la monumental «Novena Sinfonía» de Beethoven, comandada por Zubin Mehta y su Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino y el Orfeón Donostiarra.
Los músicos italianos ofrecieron doble concierto como clausura del certamen. En la primera sesión, la música de Wagner y Beethoven fue protagonista. La obertura de «Tannhäuser» y el Preludio y muerte de Isolda de «Tristán e Isolda» fueron ejecutados por Mehta con la solvencia y el rigor habituales en el director. Ambición poética, vuelo expresivo y arrebatador lirismo fueron las pautas generales de ambas interpretaciones que se vieron redondeadas, tras la pausa, con una contundente y recia versión de la «Sinfonía número 3 en Mi bemol mayor, op. 55, «Heroica»» de Ludwig van Beethoven. Las ovaciones, intensas, dejaron paso a dos propinas, con Mascagni y Verdi.
En la segunda jornada reinó un acercamiento sensacional a la «Sinfonía número 9 en Re menor, op. 125, Coral», de Beethoven. Previamente se realizó un sencillo homenaje a Argenta y después los músicos italianos y el Orfeón Donostiarra dieron una lección de cómo transmitir energía y pasión en una de las obras más populares de toda la historia de la música. Fue un cierre apoteósico, con cerca de quince minutos de ovaciones, que rubricaron la visión carnosa y vital con la que Mehta sabe llevar a los músicos en volandas. Un buen cuarteto solista -Kaiserfeld, Chiuri, Schneider y Groissböck- y el siempre imponente coro guipuzcoano se imbricaron con la orquesta en una jornada en la que Beethoven brilló con fulgor. Mehta es uno de los grandes y lo reafirma con una capacidad soberbia.