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Saber perder

Saber perder

A estas alturas de la carrera hacia la Casa Blanca, se supone que la rivalidad entre Hillary Clinton y Barack Obama debería ser una cuestión superada en aras del éxito del Partido Demócratas en las presidenciales de noviembre. Pero la realidad es un poco más complicada e incómoda que los obligados ideales de unidad y cierre de filas. El antagonismo acumulado durante la larga y reñida temporada de primarias todavía no se ha disipado y los malos detalles se van sucediendo día a día.

El último de estos roces no es otro que el empeño de la senadora Hillary Clinton para que sus 1.600 delegados sean escuchados de una forma u otra durante la convención nacional del Partido Demócrata, prevista a finales de agosto en Denver. Sin importar mucho que ese foro esté pensado para ser una plataforma de cuatro días centrada en Barack Obama. Desde su punto de vista perdedor, la ex primera dama argumenta que dedicar parte de la convención a su fallida candidatura serviría para cicatrizar heridas y unir voluntades.

Durante una función para recaudar fondos en California, la senadora por Nueva York reiteró que existe «un increíble deseo reprimido» entre sus seguidores de convertir la convención en una especie de purificadora «catarsis» que permita al Partido Demócrata unirse en torno a la candidatura de Obama. Hasta el punto de que la ex primera dama no ha descartado que su nombre aparezca durante el procedimiento para formalizar la nominación presidencial con que culminará el cónclave de su partido.

Drama griego

A la pregunta de qué pasaría si ella sumase más votos que Obama en Denver, Hillary Clinton rechazó tal posibilidad pero insistiendo en que «la mejor forma de hacer las cosas es tener una estrategia para que mis delegados sientan que han tenido un papel y que su legitimidad ha sido validada... Es como un clásico drama griego con catarsis. Todo el mundo acude con ganas de gritar y tienen su oportunidad; eso es bueno».

Barack Obama, que desde que ganó la nominación ha tratado con suma diplomacia todo lo relacionado con los Clinton, indicó que su gente y la de Hillary trabajan en los detalles de cómo acomodar a su rival en la convención. Pero dejando saber que «no estamos buscando una catarsis, sino energía y entusiasmo sobre las posibilidades de cambiar este país y creo que la gente que respaldó a un amplio campo de diferentes candidatos durante las primarias va a salir de la convención sintiéndose decidida a recuperar la Casa Blanca».

Desde su derrota en las primarias, Clinton -que arrastra una voluminosa deuda de su campaña- sólo ha realizado dos apariciones junto a su rival en «shows» para recaudar fondos. Con sólo dos mítines (Nevada y Florida) anunciados para todo este mes de la senadora a favor de Obama. Grupos de seguidores de la ex primera dama han llegado a pedir permiso para manifestarse durante la convención en Denver con un ángulo de frustración feminista. Ya que el 26 de agosto, el segundo día de la convención, se celebra el 88 aniversario del sufragio femenino en EE.UU.

Esta pasividad resulta mucho más notoria en el caso de Bill Clinton que, claramente destronado como absoluto epicentro del Partido Demócrata, se ha mostrado bastante reticente incluso a realizar algún comentario positivo a favor de Obama. Dentro de este ambiente cargado, en Washington se considera ya bastante descartado que Hillary Clinton se convierta en la «número dos» de la candidatura de Obama.

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