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Publicado Jueves, 07-08-08 a las 08:40
Como diría Lorelai Gilmore al ver una reposición de «Padres forzosos», las gemelas Olsen pesaban entonces más que ahora. El peso específico del cerebro tampoco parece mucho mayor estos días. Mary-Kate Olsen, la más rarita de las dos hermanas, confesó en 2004 que sufría trastornos alimenticios. Hoy no nace falta que reconozca trastorno alguno (de los de toda la vida). Pero algún hervor le viene faltando. Va la increíble mujer menguante (es como E.T. pero rubia y fashion) y pide inmunidad para contar a los federales (a los de la DEA) lo que sabe de la muerte de su amigo Heath Ledger.
Para llamar la atención, primero del «New York Post» y luego de los demás, es lo más recomendable. Que vaya unos desocupados los de la DEA, como si no tuvieran narcotraficantes y drogas de verdad de las que ocuparse. Resumen de los publicado. Una masajista encontró al actor muerto el 22 de enero en su apartamento del Soho neoyorquino y fue ella la que llamó a otra de sus clientes, a Mary-Kate Olsen, que mandó a sus guardaespaldas al piso en lugar de mandar a la masajista llamar al 911 (lo que no sé es qué masajeará la masajista a la Olsen).
El actor australiano, al que no se entendía una papa de lo que hablaba en «Brokeback mountain» (oye, con esa dicción no habría pillado ni el «que» de «que púberes canéforas te ofrenden el acanto»), el actor australiano, digo, murió empapuzado de fármacos. Accidentalmente. Se había metido oxycodina, hydrocodina, diazepan, alprazolam y doxylamina. Todas en cantidades razonables. Lo malo fue la mezcla. Ledger tomaba dos medicamentos para la ansiedad, dos para dormir y dos para el dolor.
Después de rodar en las húmedas y frías madrugadas de Londres «The Imaginarium of Dr. Parnassus», Ledger había pillado una neumonía. Y también tenía problemas para dormir por la ansiedad y el estrés que le había provocado su ahora aclamada interpretación del Joker en «El caballero oscuro» (que se estrena en España el próximo miércoles 13 de agosto, aunque de tanto como hablamos de la película parece que llevara meses en nuestras pantallas).
Con el caso cerrado por la policía de Nueva York, los de la DEA (Drug Enforcement Administration) investigaron las prescripciones y comprobaron que el amigo de la Olsen tenía recetas de dos médicos para todas sus medicinas menos para la oxycodina (un poderoso analgésico).
Así que entrevistaron a todos los relacionados con el asunto (los médicos, la masajista, los guardaespaldas y hasta a su ex, Michelle Williams, la madre de su hija). A todos excepto a Mary-Kate, la única testiga que les queda, que no parece ser testiga como Chus Lampreave en «Mujeres al borde de un ataque de nervios», cuya religión le impedía mentir (pero no pedía inmunidad). Mary- Kate Olsen se ha negado a hablar sin no le garantizan que no la van a procesar. Los federales, que con el testimonio de la gemela pretenden cerrar el caso, podrían obtener una citación para el Gran Jurado. Un numerazo. Ya estará pensando en qué ponerse. Seguro que caería uno de sus modelitos para matarla-jipi-pijo-grunge-vagabunda-rumana de semáforo.
Aunque dice que nada tiene que ocultar, con la negativa a declarar lo único que ha conseguido es que se piense maliciosamente si no será la mini camella de la oxycodina. Eso sería ficción y lo habría aprendido de su paso por la tercera temporada de «Weeds», la serie en la que Mary Louise Parker vende droga. Pero sólo puede ser una falta de hervor. Sólo así se puede explicar que Mary-Kate sea citada no por el Gran Jurado sino en el «New York Magazine» como una de las estrellas que se han apuntado al «New New Face», lo último para el rejuvenecimiento. A los 22 años.

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